Proyectos comunitarios para la protección de parques naturales

Proyectos comunitarios para la protección de parques naturales

Las cifras lo dicen claro: la Región de Murcia alberga más de una veintena de espacios naturales protegidos, entre ellos joyas como el Parque Regional de Calblanque, el Valle de Ricote o Sierra Espuña. Sin embargo, la protección legal no siempre es suficiente frente a las amenazas crecientes—urbanización descontrolada, turismo masivo, especies invasoras o cambio climático. Ante este panorama, emergen con fuerza los proyectos comunitarios como una herramienta clave para reforzar la conservación de nuestros parques naturales desde la base: la ciudadanía.

¿Qué son los proyectos comunitarios y por qué son relevantes?

No estamos hablando de grandes ONGs internacionales ni de iniciativas estatales con muchos ceros en el presupuesto. Los proyectos comunitarios nacen de colectivos locales—asociaciones vecinales, grupos escolares, cooperativas, pequeñas entidades ambientales—que conocen el terreno, cuidan de él y se organizan para protegerlo. Se basa en la acción voluntaria, pero también en el conocimiento tradicional, la experiencia de quienes viven en contacto con la naturaleza murciana.

“Los proyectos comunitarios permiten incidir de manera directa en la gestión de los espacios protegidos, involucrando a la población en tareas de restauración, seguimiento ambiental o sensibilización”, explica Elena Sánchez, bióloga de la asociación Entorno Natural, activa en varios proyectos dentro del Parque Regional de las Salinas de San Pedro.

Lejos de ser iniciativas aisladas, este tipo de proyectos se alinean a menudo con los Planes de Gestión de los parques e incluso reciben apoyo técnico o económico por parte de la administración regional. Pero su fuerza reside en algo más intangible: la implicación emocional y el arraigo.

Ejemplos inspiradores en la Región de Murcia

A continuación, repasamos algunos proyectos que están marcando la diferencia en distintos parques naturales murcianos.

  • “Apadrina una sabina” en Sierra Espuña: Esta iniciativa, apoyada por el Centro de Interpretación Ricardo Codorniú, permite a ciudadanos « apadrinar » ejemplares de sabina mora (Juniperus phoenicea), especie emblemática del parque, sufragando con pequeñas donaciones labores de mantenimiento, protección frente al ganado e incluso reforestación controlada. En paralelo, se organizan jornadas participativas en las que los padrinos y madrinas pueden visitar los ejemplares y aprender in situ sobre su ecología.
  • Voluntariado botánico en el Parque Regional de Calblanque: Un grupo de estudiantes y docentes de la Universidad de Murcia lanzó en 2021 un programa de detección temprana de especies invasoras como Carpobrotus edulis, una planta suculenta que amenaza los ecosistemas dunares del parque. Gracias al monitoreo intensivo realizado por voluntarios, se ha podido actuar de manera más eficaz para su erradicación.
  • Huertos comunitarios en El Valle: En colaboración con el Ayuntamiento de Murcia, varias asociaciones han implantado huertos ecológicos en las zonas colindantes del Parque Regional El Valle y Carrascoy. El objetivo va más allá del cultivo: se utiliza la agricultura tradicional como herramienta pedagógica para concienciar sobre el uso sostenible del agua, la biodiversidad agraria y la relación entre salud y medio ambiente.

Impacto medible: más allá de la buena voluntad

Podría parecer que estos proyectos tienen un impacto limitado, anecdótico incluso. Nada más lejos de la realidad. Estudios realizados por el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA) han demostrado que las acciones comunitarias, cuando están bien estructuradas y reciben apoyo técnico, multiplican la eficacia de las medidas de conservación tradicionales.

Por ejemplo, en el Parque Regional de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar, las actividades de educación ambiental lideradas por colectivos locales han contribuido al aumento significativo de nidos de charrancito común (Sternula albifrons), un ave marina en peligro. “La comunidad ha aprendido cómo evitar molestias en época de cría, y eso ha tenido un efecto directo sobre el éxito reproductivo de la especie”, señala Márquez López, ornitólogo y coordinador de campo de ANSE.

Del activismo al reconocimiento institucional

Uno de los grandes avances de la última década ha sido la integración progresiva de estos colectivos en los órganos consultivos de los parques, aunque todavía queda camino por recorrer. A través de los Consejos de Participación, algunas asociaciones han conseguido influir en políticas públicas importantes, como los calendarios de visitas, la gestión del senderismo o la zonificación de actividades recreativas en espacios frágiles como el Monte Arabí o el Humedal de Ajauque y Rambla Salada.

Además, la convocatoria anual del programa europeo Erasmus+ ha permitido que varios de estos proyectos murcianos intercambien experiencias con otras regiones del Mediterráneo. Un ejemplo significativo es el hermanamiento del grupo « Flora sin Fronteras » (activo en Cieza) con una agrupación de voluntarios ecológicas en Cerdeña, centrados en la restauración de matorrales mediterráneos.

Cómo puedes implicarte tú también

Si has llegado hasta aquí, posiblemente te estés preguntando cómo puedes formar parte del cambio. La buena noticia es que no necesitas experiencia previa ni mucho tiempo libre para contribuir. Aquí te dejamos algunas vías:

  • Infórmate: Consulta en los Centros de Visitantes de los parques más cercanos. Muchos de ellos cuentan con tablones informativos sobre proyectos abiertos a la ciudadanía.
  • Únete a una asociación local: Colectivos como Ecologistas en Acción, ANSE o la Asociación Meles están constantemente organizando salidas, talleres y jornadas de plantación.
  • Organiza una actividad en tu centro escolar o vecinal: Desde rutas botánicas hasta acciones de retirada de residuos o talleres de identificación de flora nativa, las acciones educativas multiplican su efecto cuando ocurren en grupo.
  • Conviértete en embajador de tus espacios naturales: Habla de ellos, invítalos a descubrirlos con respeto, y ayuda a desmentir mitos o noticias falsas sobre sus usos o restricciones.

La conservación empieza con una mirada atenta, continúa con una acción concreta y se consolida con un compromiso compartido. Los parques naturales de nuestra región son mucho más que destinos bonitos para una excursión: son ecosistemas vivos que también nos necesitan. Y protegerlos, como hemos visto, puede (y debe) ser una labor colectiva.

¿Quién diría que plantar una sabina o retirar un puñado de plantas invasoras podría ser tan transformador, tanto para el paisaje como para quienes lo cuidan?