Mercados locales de plantas medicinales: sostenibilidad y tradición

Mercados locales de plantas medicinales: sostenibilidad y tradición

En las estrechas calles de Cehegín, entre aromas de tomillo, lavanda y mejorana, cada sábado por la mañana se repite una escena que se ha mantenido viva durante generaciones: el mercado local de plantas medicinales. A primera vista, puede parecer simplemente una tradición pintoresca, pero en realidad es una manifestación vibrante de sostenibilidad, patrimonio botánico y economía circular. Con la creciente preocupación por la pérdida de biodiversidad y el uso excesivo de recursos naturales, los mercados locales de plantas medicinales en la Región de Murcia se revelan no solo como espacios de intercambio comercial, sino también como centros vivos para el conocimiento ecológico y la transmisión cultural.

Plantas que curan: un saber ancestral aún latente

La tradición del uso de plantas con fines curativos está profundamente enraizada en la cultura murciana. Desde tiempos íberos, los habitantes de la región han recolectado especies autóctonas con propiedades medicinales como la Eryngium campestre (cardillo), la Thymus vulgaris (tomillo) o la Rosmarinus officinalis (romero), para elaborar infusiones, bálsamos o cataplasmas. En muchos pueblos del interior, estos conocimientos permanecen vivos gracias a la memoria oral y a la práctica cotidiana que se refleja en los mercados semanales, especialmente en zonas como Sierra Espuña, el Valle de Ricote y la comarca del Noroeste.

Pero, ¿cómo se equilibra esta práctica con la necesidad urgente de conservar nuestro entorno?

Sostenibilidad y recolección responsable

El uso de plantas silvestres no está exento de riesgos. La sobreexplotación, la presión del cambio climático y la urbanización pueden llevar a un declive alarmante de especies emblemáticas. No obstante, muchos recolectores murcianos han adoptado protocolos sostenibles, como explica Antonio López, herborista de Mula con más de 30 años de experiencia:

“Hoy sabemos que no basta con saber cuándo cortar la planta o qué parte extraer. En realidad, hay que observar los ciclos reproductivos, mantener siempre una zona sin tocar y nunca recolectar más de lo que la planta es capaz de regenerar en su entorno natural.”

Esta filosofía ha dado lugar a una nueva generación de productores que cultivan plantas medicinales autóctonas en bancales ecológicos, reduciendo así la presión sobre los ecosistemas silvestres. Ejemplos como el proyecto « Monte y Vida », en Moratalla, son una muestra concreta de cómo es posible integrar ecología y emprendimiento local.

Mercados locales: más que compras, intercambios de conocimiento

Los mercados no solo son lugares donde se venden plantas. Son espacios vivos de transmisión de saberes tradicionales. En muchos puestos, no faltan folletos explicativos, fotografías del entorno de recolección e incluso recetas que pasan de mano en mano. Carmen Salcedo, vecina de Caravaca que cada domingo monta su puesto en el mercado de Bullas, lo resume así:

“Aquí no se viene solo a comprar. Se viene a aprender. A veces llegan chavales con los abuelos, y estos les explican para qué sirve la salvia o cómo se prepara una pomada de caléndula. Eso no tiene precio.”

Este enfoque educativo es especialmente valioso en un momento donde el conocimiento del entorno natural se está perdiendo a un ritmo preocupante. Según un informe del Observatorio de la Biodiversidad Murciana (OBIMUR), el 73% de jóvenes consultados desconoce los nombres de especies comunes en los encinares o matorrales de su comarca. En este contexto, los mercados se transforman, casi sin querer, en aulas al aire libre.

Un impulso a las economías rurales

Además del incalculable valor ecológico y cultural, la venta de plantas medicinales representa una fuente de ingresos significativa para muchas familias rurales. En zonas afectadas por la despoblación, como las sierras del Noroeste, estos mercados ayudan a fijar población y a diversificar la economía local mediante actividades sostenibles.

Según datos del Instituto de Desarrollo Rural y Medio Ambiente de la Región de Murcia (IDERM), los microemprendimientos vinculados al aprovechamiento de la flora autóctona han crecido un 12% en los últimos cinco años. Estos incluyen desde herbolarios rurales y talleres de cosmética natural hasta la elaboración de productos gourmet basados en plantas aromáticas como la Origanum dictamnus o la Melissa officinalis.

El papel de la ciencia ciudadana

La interacción entre ciencia y tradición es otra cara fascinante de este fenómeno. En los últimos años, varias iniciativas de ciencia ciudadana han comenzado a documentar de manera sistemática los usos populares de plantas medicinales en mercados locales. Proyectos como “HerbaMur” —una colaboración entre la Universidad de Murcia y asociaciones de recolectores— se nutren de entrevistas, observaciones de campo y mapeos colaborativos.

Gracias a herramientas digitales, como apps móviles o bases de datos colectivas, se está construyendo un valioso archivo etnobotánico que podría ser clave para futuras estrategias de conservación. Como señala la investigadora Sara García, de la UMU:

“No se trata de idealizar la tradición, sino de entender qué prácticas son compatibles con la sostenibilidad y cuáles deben adaptarse. Por eso la documentación rigurosa es tan importante.”

¿Qué podemos hacer como ciudadanos?

Muchas veces, pequeños gestos pueden tener un gran impacto. Aquí algunas formas en que los lectores pueden contribuir a esta dinámica positiva:

  • Comprar local: Priorizar mercados y productores que trabajen con especies autóctonas y técnicas sostenibles.
  • Informarse: Preguntar siempre sobre el origen de las plantas, métodos de recolección o prácticas de cultivo.
  • Transmitir el conocimiento: Hablar con las generaciones mayores, recuperar recetas caseras y compartir experiencias.
  • Participar en talleres o visitas guiadas: Muchas asociaciones organizan rutas botánicas donde se aprende a identificar plantas sin dañarlas.
  • Evitar la recolección masiva: Nunca recolectar sin conocimiento ni autorización; es preferible cultivar en casa algunas especies sencillas.

Estas acciones no solo benefician al entorno, sino que también nos reconectan con un ritmo de vida más respetuoso y arraigado en nuestro paisaje.

Mirar hacia adelante: integrar tradición y futuro

Los mercados locales de plantas medicinales en la Región de Murcia no son reliquias del pasado, sino embriones de un modelo más justo y equilibrado con el entorno. La combinación de saber tradicional, ciencia participativa y emprendimiento ecológico abre un horizonte de posibilidades para preservar tanto la biodiversidad como la identidad rural.

En un escenario de creciente fragilidad ecológica, volver la mirada hacia estos espacios es también una forma de aprender a escuchar lo que la tierra murmura desde hace siglos. Y quizás, como bien decía la botánica murciana Clara Sánchez en una entrevista reciente:

“Cada planta que respetamos y comprendemos es un relato que elegimos no perder.”

Así que la próxima vez que visites un mercado, tal vez te lleves a casa más que una planta: una historia, una enseñanza, una conexión con la tierra que nos sostiene.