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La importancia de la educación ambiental en colegios de Murcia

La importancia de la educación ambiental en colegios de Murcia

La importancia de la educación ambiental en colegios de Murcia

Un aula abierta a la naturaleza murciana

En los colegios de la Región de Murcia, donde el sol ilumina nuestras sierras secas y los espartales sobreviven contra el polvo y el hormigón, la educación ambiental se ha convertido más que nunca en una herramienta esencial para garantizar un futuro sostenible. Educar desde la infancia en el respeto y conocimiento de la biodiversidad local no es solo un asunto didáctico: es una urgencia ecosocial.

Con más de 200 especies de flora autóctona catalogadas y una red de parques naturales que atesoran endemismos únicos en la península ibérica, Murcia posee un patrimonio natural que merece ser conocido para poder ser protegido. Sin embargo, ¿cómo esperan los más jóvenes valorar lo que ni siquiera saben que existe?

La desconexión verde: un reto educativo

La vida urbana, acompañada de la digitalización temprana, ha provocado una creciente desconexión de los niños murcianos con los entornos naturales que los rodean. Según un informe de la Federación de Enseñanza de CCOO publicado en 2022, menos del 15% de los centros escolares de la región incluye salidas periódicas a espacios naturales en su programación habitual.

Este alejamiento tiene consecuencias. Cuando un escolar nunca ha tocado el romero, apenas puede distinguir un taray de un pino carrasco. Y si no se logra establecer esa conexión sensorial y emocional con el medio, difícilmente podrá desarrollarse una conciencia ecológica sólida.

Proyectos que siembran conocimiento

Frente a este panorama, varios centros educativos de Murcia están liderando iniciativas ejemplares que merecen ser replicadas. Uno de ellos es el CEIP San Juan de la Nava, en Mula. Desde 2018, su proyecto “Raíces de nuestra tierra” involucra a todo el alumnado en la identificación de especies vegetales locales mediante actividades de observación en campo y creación de un herbario escolar.

“Muchos niños no sabían que la lavanda crece de forma silvestre cerca de su casa. Cuando la ubicamos en el monte y luego la llevamos al aula, el aprendizaje se vuelve significativo y conecta con sus vivencias”, explica Carmen Vidal, profesora de Ciencias Naturales y coordinadora del proyecto.

Otro caso inspirador es el del IES Floridablanca (Murcia), que ha integrando junto con ANSE (Asociación de Naturalistas del Sureste) talleres permanentes de reforestación participativa en las inmediaciones del Parque Regional de El Valle-Carrascoy. Estudiantes de secundaria han plantado más de 600 ejemplares de lentisco, coscoja y madroño en zonas degradadas, y siguen con el seguimiento activo del crecimiento de cada ejemplar mediante tecnología GPS.

Beneficios más allá del aula

Incluir la educación ambiental no solo mejora el conocimiento ecológico del alumnado; también fortalece competencias transversales como el pensamiento crítico, la empatía, la responsabilidad y la cooperación. Cuando un grupo de niños debate si el esparto debe protegerse o utilizarse comercialmente, están entrenando habilidades de argumentación basadas en hechos, no opiniones.

Un informe de Ecologistas en Acción (2023) subraya que los centros que integran módulos prácticos de educación ambiental presentan mejores resultados en cohesión social y reducción del absentismo escolar. En contextos vulnerables, el efecto aún es más acentuado: la naturaleza actúa como un nivelador social.

Educar para conservar: una semilla a largo plazo

La conservación de nuestra biodiversidad murciana requiere más que patrullas de agentes forestales o normativas sobre usos del suelo. Requiere una ciudadanía informada y comprometida. Y esa ciudadanía se forma, en gran medida, en las aulas.

La educación ambiental permite que alumnos y alumnas comprendan que proteger el saladar de Chinchilla o restaurar la rambla de Librilla no son labores aisladas de ecologistas aficionados, sino tareas colectivas para cuidar nuestro hogar común.

Como afirma el botánico y divulgador murciano Alejandro Valero: “Cada planta que un niño conoce por su nombre es una posibilidad menos de que esa especie desaparezca del mapa. La ignorancia ha sido siempre el peor enemigo de la biodiversidad”.

Herramientas pedagógicas adaptadas al territorio

Más allá de incluir temas de medio ambiente en los libros de texto, es imprescindible incorporar metodologías activas ajustadas al contexto local. Algunas estrategias eficaces incluyen:

La Consejería de Educación y Cultura, en colaboración con organizaciones como la Fundación Integra, ha puesto en marcha el programa “Escuelas Verdes” que persigue precisamente este enfoque integral. Desde 2021, más de 90 centros ya se han adherido a esta línea, con resultados prometedores.

El papel indispensable del profesorado

Todo este cambio educativo no sería posible sin el entusiasmo y la implicación del personal docente. Muchos maestros y maestras de Murcia dedican horas adicionales para formarse en ecología local, preparar excursiones, diseñar materiales adaptados o elaborar bancos de semillas con sus estudiantes.

Isabel Ruiz, maestra del CEIP La Purísima (Yecla), lo reconoce: “La administración aún no facilita lo suficiente los recursos para la educación ambiental. Pero con creatividad y colaboración entre centros, logramos salir adelante. Todo comienza con una pregunta en clase: ¿sabéis cómo se llama este arbusto de flores blancas que vimos ayer?”

Esa curiosidad inicial se transforma en aprendizaje significativo cuando va acompañada de pasión y rigor científico. Precisamente el equilibrio que requiere cualquier acción de conservación.

Implicar a familias y comunidad

Uno de los pasos más eficaces para afianzar este tipo de educación es extenderla más allá del aula. Algunos colegios han empezado a organizar jornadas abiertas de voluntariado ambiental, donde participan madres, padres y vecinos en labores como la limpieza de ramblas, el plantado de especies autóctonas o la recuperación de senderos tradicionales.

Estas acciones no solo fomentan la convivencia intergeneracional, sino que revalorizan prácticas culturales ligadas al territorio, como el aprovechamiento tradicional del esparto o los conocimientos botánicos ancestrales de los abuelos/as.

Lo que podemos hacer como ciudadanos

Si tienes hijos, sobrinos o vives cerca de un colegio, puedes implicarte de forma activa ofreciendo:

Y si simplemente eres amante de la naturaleza murciana, puedes difundir estas experiencias, apoyar las iniciativas locales y defender la necesidad de una educación ambiental integrada en el currículum escolar.

Educar en verde no es una moda ni un extra curricular: es una forma de preparar a las futuras generaciones para vivir en armonía con un territorio frágil, rico y profundamente nuestro. Porque, como bien decía el ecólogo murciano Pedro Ballesteros, “nadie protege lo que no conoce, y nadie ama lo que no comprende”.

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