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Impacto de especies invasoras en la biodiversidad vegetal murciana

Impacto de especies invasoras en la biodiversidad vegetal murciana

Impacto de especies invasoras en la biodiversidad vegetal murciana

En un rincón tan singular como la Región de Murcia, donde conviven especies endémicas con una flora mediterránea extraordinariamente diversa, el equilibrio ecológico es tan frágil como valioso. Sin embargo, ese equilibrio se está viendo amenazado por un fenómeno que, aunque no siempre visible a simple vista, tiene consecuencias profundas y alarmantes: la proliferación de especies invasoras.

¿Qué entendemos por especies invasoras y por qué deben preocuparnos?

Una especie invasora es aquella que, introducida —intencional o accidentalmente— en un ecosistema distinto al de su hábitat natural, se establece y se expande, desplazando a las especies autóctonas y alterando las dinámicas ecológicas. No todas las especies exóticas son invasoras, pero cuando una comienza a propagarse sin control, los impactos pueden ser devastadores.

En Murcia, el problema se agrava por las condiciones climáticas que favorecen la adaptación rápida de muchas invasoras, especialmente en zonas de ribera, áreas abandonadas o suelos alterados por la actividad humana.

Un enemigo silencioso: el avance del ailanto

Uno de los casos más preocupantes es el del ailanto (Ailanthus altissima), también conocido como “árbol del cielo”. Originario de China, este árbol introducido como ornamental ha tomado literalmente el cielo de muchos paisajes murcianos, invadiendo cauces de ramblas, bordes de caminos y solares urbanos.

Expertos del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA) han alertado de su impacto agresivo sobre especies nativas como el taray (Tamarix africana) o el carrizo (Phragmites australis). “Es un árbol que forma masas densas, impide la regeneración de la flora local y altera los ciclos hidrológicos del terreno”, señala la botánica Elisa Sánchez, investigadora en flora riparia de la Región.

Las gramíneas invasoras: un riesgo infraestimado

Más allá de los árboles, algunas especies herbáceas también están causando estragos. Un ejemplo notable es la Pennisetum setaceum (hierba de la fontana), una planta de origen africano que ha colonizado márgenes de carreteras y áreas urbanas con sorprendente rapidez.

Su aspecto ornamental disfraza una capacidad de propagación explosiva y una alta resistencia a la sequía, lo que le permite desplazar a numerosas especies autóctonas en zonas semiáridas del Campo de Cartagena o la Huerta de Murcia. Su eliminación es muy costosa una vez establecida, por lo que la prevención es clave.

La falsa acacia en los parques naturales

Incluso nuestras áreas protegidas no son inmunes. En el Parque Regional de El Valle y Carrascoy se ha detectado la presencia de Robinia pseudoacacia (falsa acacia), una leguminosa originaria de Norteamérica que se dispersa eficazmente por vía de raíces y semillas.

Aunque visualmente atractiva, esta especie acidifica el suelo y libera sustancias alelopáticas —compuestos que inhiben el crecimiento de otras plantas—, creando ambientes hostiles para los arbustos y hierbas mediterráneas que forman parte del ecosistema original de estas sierras bajas.

Un problema también social y económico

El impacto de las invasoras no se limita a lo ecológico. Las especies exóticas suponen un coste económico considerable para la administración pública y para propietarios de terrenos donde estas plantas invaden cultivos o dificultan el manejo del suelo.

La Universidad de Murcia, en colaboración con el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC), ha estimado que el control de las especies vegetales invasoras podría suponer un gasto superior a los 2 millones de euros anuales si no se toman medidas preventivas urgentes. Un desembolso difícilmente asumible en un contexto de cambio climático y recursos ya tensionados.

¿Qué podemos hacer desde nuestro entorno inmediato?

Quizás te estés preguntando: ¿Y yo, como ciudadano, puedo hacer algo para frenar esta amenaza? La buena noticia es que sí, y mucho. Aquí algunas acciones concretas al alcance de todos:

Un enfoque de futuro: restaurar para resistir

Los expertos coinciden en algo fundamental: no basta con erradicar. Es necesario restaurar. Tras la eliminación de invasoras, los ecosistemas quedan frecuentemente alterados y desprovistos de cobertura vegetal, lo que favorece nuevas invasiones si no se actúa con celeridad.

Proyectos piloto en zonas como la Sierra de la Pila o el Parque Natural de Calblanque están apostando por la reintroducción de especies nativas mediante técnicas de revegetación con semillas locales y esquejes. “Restituir la vegetación original no solo proporciona hábitat a la fauna, sino que actúa como barrera viva frente a futuras invasiones”, explica el ecólogo Jesús Luna, responsable de programas de restauración en la Consejería de Medio Ambiente.

Educación ambiental: sembrar conciencia desde la raíz

Finalmente, cualquier estrategia a largo plazo debe incluir una dimensión educativa. Incorporar contenidos sobre especies invasoras en las escuelas, realizar talleres comunitarios y fomentar el turismo de naturaleza informado son caminos estratégicos para consolidar una ciudadanía activa y consciente.

Como resalta el Manifiesto por la Flora Autóctona Murciana, firmado en 2023 por más de 30 entidades ambientales: “conocer nuestras plantas es el primer paso para protegerlas… y del conocimiento nace la acción”.

Un territorio aún a salvo… si actuamos a tiempo

Murcia cuenta con una riqueza vegetal única, marcada por su situación geográfica, su climatología singular y la coexistencia de influencias atlánticas, africanas y europeas. Preservarla implica asumir la realidad urgente de las especies invasoras y actuar con conocimiento, coordinación y compromiso.

La próxima vez que camines por una rambla, un parque periurbano o una sierra cercana, observa con atención. ¿Reconoces alguna planta que no debería estar ahí? Tal vez veas una oportunidad de actuar, de compartir, de proteger. Al fin y al cabo, la defensa de nuestra biodiversidad comienza, literalmente, desde el suelo que pisamos.

Y tú, ¿cuántas especies invasoras puedes identificar en tu barrio?

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