Descubrimiento de nuevas especies endémicas en la Sierra de Espuña

Descubrimiento de nuevas especies endémicas en la Sierra de Espuña

La Sierra de Espuña no deja de sorprendernos. Aunque aparentemente bien explorada y cartografiada, esta joya ecólogica del sureste español acaba de desvelar un nuevo secreto: el descubrimiento reciente de varias especies endémicas que, hasta ahora, habían pasado desapercibidas entre pinos, roquedos y umbrías. Un hallazgo que no solo despierta el interés de la comunidad científica, sino que refuerza el valor biológico de este enclave natural en el corazón de la Región de Murcia.

Un enclave con identidad propia

La Sierra de Espuña, situada entre los municipios de Totana, Alhama de Murcia, Mula y Librilla, es mucho más que un destino para senderistas. Con más de 17.000 hectáreas protegidas, este parque regional alberga una diversidad paisajística y ecológica difícil de encontrar en otros rincones del sureste peninsular.

«Espuña actúa como una isla ecológica en medio de un mar semiárido», explica María del Mar Sánchez, bióloga y responsable del equipo que participó en el estudio. «Su altitud, sus microclimas y la falta de conectividad con otros sistemas montañosos han favorecido procesos de especiación únicos», añade.

Fruto de ese aislamiento natural, varias especies vegetales han podido evolucionar de forma diferenciada, adaptándose a condiciones muy concretas. Y aunque algunos endemismos como Primula palinuri o Thymus hyemalis ya se conocían en la zona, el hallazgo de nuevas especies suma una capa más de complejidad y riqueza a este ecosistema privilegiado.

¿Cómo se descubren nuevas especies hoy en día?

Puede parecer que en pleno siglo XXI ya sabemos todo lo que hay que saber sobre nuestras montañas. Pero la realidad es bien distinta. Muchos de estos descubrimientos comienzan con una simple observación de campo: una flor ligeramente diferente, una hoja más vellosa o una planta que florece en épocas distintas a sus «parientes» cercanos.

Así le ocurrió al botánico murciano Antonio Cánovas, colaborador del Herbario de la Universidad de Murcia y uno de los impulsores del hallazgo. «Durante una prospección botánica en la Umbría de Peña Apartada, me llamó la atención una pequeña labiada que crecía pegada a las fisuras calizas. Sus flores tenían una morfología distinta al resto de tomillos que conocíamos en la zona», recuerda.

Tras varios años de estudios morfológicos, genéticos y comparaciones con ejemplares de herbarios mediterráneos, el equipo pudo confirmar que se trataba de una especie nueva para la ciencia: Thymus espunanensis, un tomillo enano, altamente aromático y exclusivamente presente en crestas calizas por encima de los 900 metros de altitud.

Este no fue un caso aislado. En el mismo periodo de investigación se identificaron otros dos endemismos aún en proceso de validación científica: una pequeña gramínea con ciclo anual, y una diminuta escrofulariácea cuyas semillas parecen germinar solo tras los incendios forestales.

Importancia ecológica y conservación

La presencia de especies endémicas tiene un valor más allá de lo simbólico. Estas plantas cumplen funciones específicas dentro del ecosistema, ofreciendo alimento y refugio a insectos polinizadores, estabilizando suelos y actuando como indicadores del estado de conservación del hábitat.

«Cada nueva especie que describimos es una pieza más del puzle ecológico. Si desaparece, es muy posible que desencadenemos cambios en cadena que afecten a otros seres vivos», advierte José Luis Martínez, técnico del Servicio de Biodiversidad de la Comunidad Autónoma.

El problema es que muchas de estas plantas son extremadamente vulnerables. Al tener una distribución tan limitada —en ocasiones restringida a 200 o 300 metros cuadrados—, cualquier perturbación puede comprometer su existencia: desde el pisoteo accidental de excursionistas hasta la recolección ilegal o las alteraciones del régimen hídrico.

Un llamado a la responsabilidad

Afortunadamente, el Parque Regional ha implementado en los últimos años protocolos más rigurosos de monitoreo en zonas sensibles, y colabora estrechamente con investigadores y asociaciones como ANSE (Asociación de Naturalistas del Sureste) y la Universidad de Murcia para reforzar la conservación in situ de estas especies recién descritas.

No obstante, la identificación de nuevas especies nos recuerda que la exploración del patrimonio natural sigue viva, y que aún queda mucho por conocer —y proteger— en rincones aparentemente familiares.

Desde el punto de vista del visitante, hay formas sencillas y efectivas de contribuir a su protección:

  • Respetar siempre los senderos señalizados y no adentrarse en zonas poco transitadas.
  • No recolectar plantas, ni siquiera con fines decorativos o fotográficos.
  • Informarse previamente si se accede a zonas con valor ecológico singular, siguiendo indicaciones del parque.
  • Participar en actividades de voluntariado ambiental en coordinación con los ayuntamientos o colectivos ecologistas.

El papel de la ciencia local

Uno de los aspectos más destacables del descubrimiento es que ha sido impulsado por científicos y naturalistas vinculados directamente a la región. En un contexto donde la mayor parte de la financiación para investigación se concentra en grandes centros urbanos, este hallazgo demuestra que el conocimiento local es esencial para entender —y preservar— el medio natural más próximo.

«Las mayores contribuciones a la botánica murciana siguen viniendo de una red de pequeños expertos, muchos de ellos voluntarios o sin afiliación institucional», subraya Dolores Pérez, presidenta del Grupo de Flora de la Asociación Meles. «No es solo una cuestión de vocación científica, sino de amor profundo por el territorio».

Un tesoro que crece con cada estación

La Sierra de Espuña continúa revelando sus secretos al compás de las estaciones. Como si cada brote primaveral trajera una nota nueva para una sinfonía ecológica en constante transformación. ¿Cuántas más especies nos estarán esperando entre riscos y umbrías? ¿Tendremos la sensibilidad y los recursos para protegerlas antes de que desaparezcan sin siquiera haber sido nombradas?

Este reciente hallazgo es un recordatorio: la naturaleza de la Región de Murcia no es un catálogo cerrado, sino un libro aún por escribir. Y cuidar de sus páginas, de sus hojas reales y metafóricas, es tarea compartida. Desde los científicos de campo hasta quienes elegimos cada fin de semana caminar por estos montes con respeto y ojos atentos.

Porque, al final, conocer nuestra flora autóctona no es solo una cuestión estética o científica. Es, sobre todo, un acto de pertenencia. Y en ese sentido, el descubrimiento de nuevas especies no solo nos habla del valor de Espuña, sino también del valor que nosotros —como sociedad— decidimos otorgarle a su conservación.