Recuperar un espacio natural degradado no es simplemente “plantar árboles”. Cuando restauramos un ecosistema utilizando especies locales, estamos dando un paso fundamental hacia la recuperación de la biodiversidad autóctona, la resiliencia de los ecosistemas y el equilibrio ecológico de nuestro territorio. En la Región de Murcia, donde la presión sobre los entornos naturales es particularmente intensa, apostar por la restauración basada en especies locales representa una estrategia clave y sostenible para revertir décadas de pérdida ecológica.
¿Por qué restaurar con especies locales?
En los últimos años, los proyectos de restauración ecológica han ganado protagonismo en las políticas de conservación. Sin embargo, no basta con reforestar o revegetar una zona para que esta recupere su funcionalidad ecológica. La elección de las especies es determinante, y aquí es donde entra en juego el uso de flora local o autóctona.
Las especies locales son aquellas que han evolucionado durante siglos –si no milenios– en un ecosistema determinado. En el caso de Murcia, hablamos de plantas perfectamente adaptadas a sus suelos, clima mediterráneo semiárido e interacciones con la fauna local. Restaurar con estas especies garantiza mejor integración ecológica, menor mantenimiento y mayor resistencia a enfermedades y sequías.
Según explica la ecóloga paisajista Ana Belmonte, de la Universidad de Murcia: “Las especies autóctonas no solo garantizan una mayor supervivencia en el medio, sino que ayudan a recuperar procesos ecológicos como la polinización, la dispersión de semillas o el control biológico de plagas”.
Mucho más que plantas: restaurar relaciones ecológicas
Un ecosistema saludable no es solo una suma de especies, sino una red compleja de relaciones entre plantas, animales, hongos, bacterias y el entorno físico. Cuando introducimos plantas foráneas –aunque sean ornamentales o de rápido crecimiento– podemos alterar gravemente esas relaciones. Las plantas locales, en cambio:
- Atraen polinizadores específicos como abejas solitarias, mariposas o sírfidos endémicos.
- Sostienen cadenas tróficas propias del lugar (por ejemplo, ciertas aves granívoras que solo se alimentan de semillas de plantas autóctonas).
- Ofrecen refugio y alimento a reptiles, pequeños mamíferos y artrópodos adaptados al hábitat murciano.
Un ejemplo práctico se observa en el Parque Regional de Sierra Espuña, donde proyectos piloto utilizan especies como el Rhamnus lycioides (espino negro) o la Anthyllis cytisoides (albardín), claves para recuperar matorrales esteparios ricos en biodiversidad. Estas plantas, aunque poco vistosas, son indisociables de la fauna típica del sureste ibérico.
Restauración en contexto: el caso del Saladar de Lo Poyo
Uno de los ejemplos más representativos en la Región es la restauración ambiental del Saladar de Lo Poyo, en el entorno del Mar Menor. Este humedal salino prácticamente desapareció en los años 90 debido a la presión urbanística e impactos agrícolas.
Los trabajos de recuperación impulsados por asociaciones ecologistas locales y coordinados con el Ayuntamiento de Cartagena apostaron por revegetar áreas degradadas utilizando especies halófitas autóctonas como la Tamarix boveana (taray), la Sarcocornia fruticosa (salicornia) o la Limonium caesium, todas ellas clave en el equilibrio ecológico del saladar.
Este enfoque permitió que en menos de una década regresaran aves como la cigüeñuela (Himantopus himantopus) o el chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), especies protegidas que dependen de hábitats muy concretos para su reproducción.
Beneficios a largo plazo: resiliencia y sostenibilidad
Además de su evidente aporte ecológico, restaurar con especies nativas conlleva ventajas prácticas para la gestión del territorio. Destacamos, entre otras:
- Reducción del consumo de agua: muchas especies locales están adaptadas a la sequía, reduciendo necesidades de riego.
- Menor coste de mantenimiento: la vegetación autóctona no requiere fertilizantes ni podas regulares.
- Mayor resistencia a plagas: al estar adaptadas al medio, las plantas locales sufren menos enfermedades introducidas.
De hecho, según un estudio del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA), la tasa de supervivencia de especies restauradas en terrenos semiáridos de la región aumenta hasta un 40 % cuando se emplean especies locales frente a introducciones no adaptadas.
Un conocimiento que viene de lejos: saber popular y etnobotánica
En muchos casos, el uso de especies autóctonas en restauración se basa en conocimientos tradicionales hoy validados por la ciencia. Los agricultores, ganaderos y herboristas de antaño sabían cómo convivir con especies como el esparto, el lentisco o el cornicabra. Estas plantas, además de su valor ecológico, ofrecían fibras, tintes naturales o propiedades medicinales ya recogidas en tratados populares del siglo XIX.
Recuperar estas especies aporta también valor cultural y etnobotánico a los proyectos ecológicos. Como señala Teresa Ríos, botánica del Jardín Botánico de El Malecón, “la restauración vegetal con especies autóctonas es, en cierto modo, una forma de reconciliación con nuestro propio territorio y con las costumbres que durante generaciones supieron respetar los ciclos de la naturaleza”.
Cómo puede contribuir la ciudadanía
La restauración ecológica no es exclusiva de grandes organismos ni requiere presupuestos millonarios. Existen formas concretas en que cada persona o colectivo puede contribuir a este proceso:
- Jardines con flora nativa: sustituir plantas ornamentales exóticas por especies autóctonas favorece la biodiversidad urbana.
- Voluntariado ambiental: asociaciones como ANSE o Ecologistas en Acción organizan jornadas de restauración en espacios protegidos.
- Educación y divulgación: dar a conocer las especies locales a través de rutas botánicas, actividades escolares o redes sociales ayuda a valorarlas y protegerlas.
Además, cada vez más viveros en la Región incluyen en su oferta especies autóctonas para jardinería sostenible, lo que facilita que incluso en balcones y huertos urbanos se pueda generar hábitat amigable para aves e insectos locales.
Restaurar es sembrar futuro
En un tiempo donde los incendios, la desertificación y la pérdida de biodiversidad son desafíos cotidianos, restaurar hábitats usando especies locales no solo es una solución basada en la naturaleza: es una apuesta segura por la salud ecológica y social del territorio.
Desde los saladares hasta los pinares altos, pasando por ramblas, margas yesíferas y zonas áridas, la Región de Murcia posee una impresionante variedad de ecosistemas que merecen ser restaurados y cuidados desde el conocimiento técnico y el respeto al paisaje.
Porque al final, restaurar con especies locales no es solo sembrar plantas. Es sembrar memoria, identidad y un modelo de convivencia sostenible con nuestro entorno.