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Beneficios de crear corredores ecológicos para flora silvestre

Beneficios de crear corredores ecológicos para flora silvestre

Beneficios de crear corredores ecológicos para flora silvestre

La fragmentación del hábitat es una de las principales amenazas para la flora silvestre en la Región de Murcia. Es una afirmación que puede parecer lejana, casi académica, pero basta con observar los parches de monte bajo aislados entre urbanizaciones, carreteras y terrenos agrícolas intensivos para entender sus consecuencias reales. Ante esta realidad, una herramienta de conservación gana protagonismo: los corredores ecológicos. ¿De qué se trata y por qué pueden ser claves para la flora autóctona murciana? Lo exploramos en este artículo.

¿Qué son los corredores ecológicos?

Un corredor ecológico es un espacio natural (o seminatural) que conecta dos o más áreas protegidas o hábitats fragmentados, permitiendo el libre desplazamiento de especies animales y vegetales entre ellos. En el caso de la flora, estos corredores facilitan la dispersión de semillas, mejoran el flujo genético entre poblaciones aisladas y aseguran la continuidad ecológica de ecosistemas complejos.

Según la definición del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, estos corredores no solo son “pasillos verdes”, sino estructuras ecológicas funcionales que mejoran la resistencia del territorio frente a los efectos del cambio climático y la presión antrópica.

¿Por qué son importantes para la flora silvestre murciana?

Murcia, con su clima semiárido, alberga una de las floras más ricas y singulares de la península ibérica. Endemismos como Centaurea maroccana, Teucrium libanitis o la emblemática Silene hifacensis (cuya presencia histórica se ha registrado en la sierra de Cartagena) dependen de hábitats muy específicos. Al interrumpir la continuidad de estos ecosistemas, la fragmentación pone en peligro su viabilidad a largo plazo.

“Hablamos de especies que, en muchos casos, tienen una dispersión muy limitada y no pueden colonizar nuevos territorios si no existen rutas ecológicas adecuadas”, explica la botánica murciana Carmen García-Ruiz, quien coordina proyectos de restauración vegetal en el entorno del Parque Regional de El Valle y Carrascoy.

Entre las ventajas específicas de los corredores para la flora local destacan:

Ejemplos locales: conectividad que florece

Algunos municipios murcianos ya han comenzado a experimentar con estrategias de conectividad ecológica. En Bullas, por ejemplo, una iniciativa del ayuntamiento en colaboración con asociaciones ambientales ha creado setos de especies autóctonas (como el lentisco y el espino negro) entre parcelas agrícolas, sirviendo de conexión para pequeños mamíferos y facilitando a la vez la dispersión de plantas con frutos carnosos.

En el Parque Regional de Calblanque, se ha estudiado cómo la restauración de antiguos caminos de ganado con vegetación nativa puede funcionar como ejes de dispersión para especies como la sabina mora (Tetraclinis articulata), cuya regeneración natural es actualmente muy limitada. Estos caminos vegetados, conocidos como vías pecuarias, se están incorporando progresivamente en planes de gestión como corredores ecológicos potenciales.

También destacan los esfuerzos en la cuenca del Segura, donde técnicas de bioingeniería han permitido crear franjas riparias con vegetación autóctona a lo largo de ramblas y barrancos, brindando microhábitats húmedos a especies higrófilas que de otro modo quedarían aisladas.

Dificultades y desafíos a tener en cuenta

Por supuesto, implantar corredores ecológicos en una región intensamente transformada por la actividad humana no está exento de desafíos. Entre las dificultades más comunes:

En palabras del ecólogo Francisco Olivares, del Centro de Estudios de la Naturaleza del Sureste (CENSure): “La clave está en integrar los corredores dentro del planeamiento urbanístico y agrícola. No se trata solo de conservar espacios aislados, sino de tejer un tapiz funcional y vivo a escala territorial”.

Un enfoque que empieza a materializarse en algunos planes de ordenación del territorio, como el Plan de Infraestructura Verde y Conectividad Ecológica Regional, aún en fase de diagnóstico, pero que promete incluir zonas de conectividad prioritarias para flora y fauna.

Cómo pueden contribuir los ciudadanos

Aunque parezca un ámbito técnico reservado a instituciones, cualquier persona puede aportar a la creación o mejora de corredores ecológicos. Algunas acciones viables incluyen:

El propio blog Flora de Murcia se ha convertido en un referente digital en este sentido, facilitando recursos, guías y contactos de proyectos comunitarios a lo largo de la región.

Un enfoque urgente ante el cambio climático

Además de las amenazas mencionadas, el cambio climático añade una capa de urgencia a la necesidad de crear corredores ecológicos. El aumento de temperaturas, la intensificación de los eventos extremos y la desertificación progresiva obligan a muchas especies vegetales a desplazarse hacia elevaciones más altas o latitudes diferentes para sobrevivir. Sin pasillos biológicos que lo permitan, este desplazamiento es inviable.

“Los modelos climáticos indican que algunas especies del litoral murciano podrían desaparecer si no logran colonizar zonas del interior más frescas”, alerta Ana Martínez, investigadora del CEAM (Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo), quien está estudiando los efectos del cambio climático en especies termófilas como Lavandula dentata o Thymus hyemalis.

Contar con una red funcional de corredores podría ser la diferencia entre la extinción o la adaptación progresiva de estas especies.

La planificación ecológica no es una utopía

A menudo se plantea la restauración ecológica como un lujo ecológico al que una región como Murcia, con sus urgencias hídricas y sociales, no puede atender. Nada más lejos de la realidad. Existen múltiples ejemplos de cómo pequeñas intervenciones bien planificadas han generado beneficios tangibles:

Intelectualmente, es gratificante sentir que se está contribuyendo a sostener un patrimonio botánico ancestral. Emocionalmente, hay algo aún más poderoso en ver florecer una planta rara en un borde de camino que antes estaba cubierto de escombros y malas hierbas invasoras.

Como ciudadanos, agricultores, técnicos o simplemente amantes de la naturaleza, todos compartimos la responsabilidad –y la oportunidad– de reconectar nuestro territorio con pequeños gestos que suman. Los corredores ecológicos no son autopistas verdes del mañana lejano: pueden comenzar en nuestro jardín, en un seto vivo, en la limpieza y revegetación de una rambla.

Proteger nuestra flora silvestre no requiere volver al pasado, sino imaginar formas nuevas de convivencia ecológica con el entorno. Y esa tarea, en la Región de Murcia, es tan urgente como posible.

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