El entramado invisible: polinizadores y equilibrio ecológico en la Región de Murcia
En los últimos años, hablar de pérdida de biodiversidad se ha convertido en una preocupación compartida por científicos, agricultores y ciudadanos. Sin embargo, hay un grupo de seres vivos cuya importancia sigue infravalorada: los polinizadores. En la Región de Murcia, su papel es sencillamente vital. Desde las sierras semiáridas hasta los huertos del Campo de Cartagena, estos pequeños aliados garantizan la reproducción de cientos de especies vegetales, muchas de ellas endémicas y en peligro de desaparición.
Y es que sin la incansable labor de las abejas, mariposas, sírfidos, escarabajos y murciélagos polinizadores, la biodiversidad murciana perdería sus colores, sus formas y, literalmente, su capacidad de regenerarse. ¿Pero quiénes son exactamente estos polinizadores? ¿Qué amenazas enfrentan? ¿Y cómo podemos contribuir, desde nuestros jardines o balcones, a proteger su delicado ciclo?
¿Qué es un polinizador y por qué los necesitamos en Murcia?
Un polinizador es cualquier animal que transporta polen de una flor a otra facilitando así la fecundación, lo que permite la formación de frutos y semillas. Aunque los más conocidos son las abejas —especialmente Apis mellifera—, en los ecosistemas murcianos también juegan un papel clave las mariposas como Vanessa atalanta, los escarabajos del género Trichodes, los sírfidos (moscas que imitan a las abejas) y hasta los murciélagos nectarívoros en zonas más cálidas.
Según datos del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA), al menos el 75% de la flora autóctona de la región depende, en mayor o menor medida, de la polinización animal. Esto incluye especies emblemáticas como:
- La siempreviva mediterránea (Limonium spp.), presente en saladares del Mar Menor.
- La jara de Cartagena (Cistus heterophyllus), endemismo en peligro.
- El tomillo blanco (Thymus zygis gracilis) de zonas áridas.
Estos polinizadores no sólo alimentan la diversidad vegetal. Indirectamente, sostienen comunidades enteras: lagartos que cazan insectos polinizadores, aves que nidifican en áreas floridas, y humanos que dependen de cultivos como el almendro o el melón, cuya producción mejora notablemente en presencia de estos visitantes alados.
Una biodiversidad en jaque: amenazas múltiples y silenciosas
La Región de Murcia, con sus contrastes climáticos y paisajes fragmentados, ya impone ciertos desafíos naturales a los polinizadores. Pero son las presiones antrópicas las que más comprometen su supervivencia. Expertos del Departamento de Ecología de la Universidad de Murcia coinciden en señalar tres grandes amenazas:
- La intensificación agrícola: El uso excesivo de pesticidas neonicotinoides y herbicidas reduce drásticamente la presencia de flores silvestres y merma la salud de los polinizadores.
- La urbanización y fragmentación del hábitat: La expansión inmobiliaria y las infraestructuras sin planificación verde interrumpen corredores ecológicos clave. Zonas como las inmediaciones de Sierra Espuña o Calblanque han visto deteriorada su conectividad.
- El cambio climático: Las altas temperaturas y la sequía modifican los ciclos de floración, desincronizándolos respecto a la aparición de polinizadores.
Como señala la bióloga Teresa Gil, investigadora del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC): “Estamos viendo cómo algunas especies, como el abejorro Bombus terrestris, reducen sus poblaciones en las zonas bajas del Segura por falta de alimento durante el verano”.
Casos locales: aliados alados en acción
En la rambla del Río Chícamo, una zona protegida por su valor ecológico, estudios recientes han documentado la interacción entre mariposas como Gonepteryx cleopatra y plantas aromáticas como la lavanda y el romero. Aquí, la conservación del entorno natural ha favorecido la persistencia de microhábitats en los que pequeños polinizadores pueden prosperar.
Otro caso interesante es el del huerto ecológico de la cooperativa BioMur, en las inmediaciones de Lorca. Allí, los agricultores han optado por mantener franjas floridas en los lindes de los cultivos. Gracias a esta estrategia, han observado un aumento en el número de polinizadores silvestres, lo cual se ha traducido en una mejora del cuajado de frutos y una estabilidad productiva superior.
Acciones individuales que marcan la diferencia
Si bien muchas soluciones requieren políticas públicas e incentivos agrarios sostenibles, los ciudadanos tienen en sus manos más poder del que imaginan. ¿Sabías que una simple jardinera con plantas autóctonas puede convertirse en un oasis para los polinizadores urbanos?
Algunas recomendaciones prácticas para contribuir:
- Plantar especies nativas: Lavanda (Lavandula dentata), tomillo (Thymus vulgaris), hisopo (Hyssopus officinalis) y salvia (Salvia officinalis) son ideales.
- Evitar productos fitosanitarios tóxicos: Optar por manejos ecológicos o preparados naturales como el extracto de ortiga.
- Dejar espacios silvestres: Rincones “descuidados” del jardín pueden servir de refugio a abejas solitarias o larvas de mariposa.
- Instalar hoteles de insectos: Cajas de madera con orificios de distintos tamaños ofrecen cobijo para especies como la abeja albañil (Osmia spp.).
La educación y la ciencia ciudadana como motores del cambio
Iniciativas como el programa Murcia Reflora, impulsado por la Universidad de Murcia en colaboración con centros escolares, ya están sensibilizando a niños y jóvenes sobre la importancia de conservar a nuestros polinizadores. A través de talleres y salidas al campo, los participantes aprenden a identificar especies y registran observaciones que nutren bases de datos abiertos como Biodiversidad Virtual o GBIF.
Además, proyectos de ciencia ciudadana como Observadores de Polinizadores, coordinado por la Fundación Insectarium, están recopilando información valiosa sobre la distribución y comportamiento de abejas silvestres en áreas periurbanas de Murcia y Cartagena. Esta información ayuda a planificar de forma más eficiente medidas de conservación basadas en datos reales.
Mirando hacia el futuro con esperanza (y acción)
Protegiendo a los polinizadores, protegemos mucho más que insectos: cuidamos nuestros paisajes, reforzamos la soberanía alimentaria y mantenemos viva la compleja red de interacciones ecológicas que hacen única a la biodiversidad murciana. La próxima vez que veas una abeja sobrevolando una flor de almendro en la huerta, recuerda que está realizando una labor insustituible. Tan vital como silenciosa.
La Región de Murcia tiene todo el potencial para convertirse en un refugio de excelencia para los polinizadores del sur ibérico. Pero depende, en gran parte, de nuestras decisiones cotidianas y de una voluntad compartida de devolverles el espacio que merecen en nuestros campos, parques y balcones.
Porque sin ellos, simplemente, no hay flores ni frutos. Solo silencio.